El movimiento suave de las hamacas nos ayuda a dormirnos más rápido y a alcanzar mayor profundidad del sueño que una cama, según se deduce de un estudio realizado por la Universidad de Ginebra (Suiza). “Desde hace tiempos inmemoriales mecemos a los niños para dormir, y caemos dormidos irresistiblemente en una mecedora”, explica Sophie Schwartz, que asegura que hasta ahora no se había encontrado una explicación neurocientífica a este fenómeno.
En su investigación, publicada en la revista Cell Biology, Schwartz y sus colegas invitaron a una docena de voluntarios adultos y sanos a dormir una siesta de 45 minutos en una cama “clásica”, y otra siesta en una cama en movimiento. Durante cada período de sueño midieron la actividad de su cerebro usando un encefalograma (EEG). Y observaron que en todos los casos había una diferencia importante en las ondas cerebrales. Concretamente, dormir con el balanceo propio de una hamaca aumenta las oscilaciones lentas y los ejes o husos del sueño, que sirven de transición entre el sueño ligero y profundo. Ambos registros están asociados con sueño profundo y una mayor consolidación de la memoria. Además, los individuos que generan más husos del sueño son capaces de tolerar mejor el ruido mientras duermen.
Durante el descanso con un movimiento de la cama, también aumentaba la duración de fase N2 del sueño, un tipo de movimiento de los ojos no-rápido que ocurre a mitad de una noche de sueño reparador. Además, más de la mitad de los participantes expresaron que en la cama tipo-hamaca la siesta había sido más placentera.
Ahora queda averiguar si el sueño en hamaca podría ayudar a tratar trastornos del sueño como el insomnio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario